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Recuerdo uno de los regalos que me hicieron cuando era pequeña: un caleidoscopio. Ese tubo con trozos de cristales de colores que al mirar por uno de los extremos puedes ver combinaciones simétricas que cambian al girar el tubo.
No recuerdo sí alguien me explicó como se producía ese efecto pero sí comprendí que las cosas podían ser interpretadas según nuestra mirada, es decir, que casi nunca existe una única lectura del que nos rodea.

Hace unos días tomó posesión de su cargo a nueva presidenta del Consello da Cultura Galega, la catedrática Rosario Álvarez, la primera mujer al frente de esta institución. Además en su noticia ejecutiva la presidenta incorpora la otras dos mujeres. Una de ellas buena amiga.

Mi primera reacción fue, como no, positiva. Mi primer pensamiento fue que el mensaje de abrir las puertas a la dirección femenina entra por todas las hendiduras. Qué bien! El mundo de la cultura siempre contó con creadoras, pero cuando intentó incorporarlas a los cargos de dirección siempre hubo nombres masculinos que pesaban más o que se encontraban mejor ubicados. Cosas de la vida…

 

Luego comencé a girar el caleidoscopio. El Consello da Cultura Galega se creó en 1983. ES un órgano estatutario de la Comunidad Autónoma de Galicia, es decir que su creación está recogida en el Estatuto. Su objetivo es la promoción de los valores culturales del pueblo gallego. Una institución importante, tanto porque su personalidad está recogida en el marco jurídico de la Comunidad, como por su misión y su composición. En su pleno están representadas las máximas instituciones culturales: universidades, fundaciones, centros de investigación, además de diversas personalidades de todos los ámbitos culturales.

En 35 años tuvo cinco presidentes, todos varones, hombres de gran prestigio y valía, sin duda: Ramón Piñeiro, Xosé Filgueira Valverde, Carlos Casares, Alfonso Zulueta y Ramón Villares.

Por qué en 35 años nunca fue presidido por una mujer?

Por qué en el mundo de la cultura, en el universo de la reflexión, de los valores humanistas por excelencia, del libre pensamiento, de la libertad artística, no se contó con ninguna mujer para presidir este organismo?

Como es posible que precisamente en el sector cultural siempre identificado con el progreso, con los valores de la igualdad y la tolerancia habíamos tenido que esperar tanto tiempo?

Mi caleidoscopio había visto y me enseña un juego simétrico de colores y brillos, el importante es que el cambio llegó. Luego vuelve a girar y me ofrece un lado más oscuro. No era sin tiempo…