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Las artes están en deuda con las mujeres. Hace una semana hablábamos de las pintoras cuyas obras duermen escondidas en los almacenes del Museo del Prado, hoy ponemos la mirada en las artistas de la pluma, en las poetisas y narradoras escondidas y marginas por la historia.

El Día de las Escritoras, el 17 de octubre , es la fecha elegida por la Biblioteca Nacional, la Federación de directivas y empresarias y la Asociación Clásicas y Modernas para rendir homenaje e intentar poner algo de luz sobre tantas mujeres que en el mundo se han dedicado al arte de la palabra escrita. Algunas fueron reconocidas, pocas; otras silenciadas y muchas simplemente olvidadas.

Hace sólo una semana el Nobel de Literatura fue otorgado a Bob Dylan, hecho que no dejó indiferente a nadie. Y aunque el año pasado fue concedido a una mujer, a la escritora,  Alexándrovna Alexiévich, en las candidaturas de este 2016 no figuraba ninguna escritora. Sin duda esto explica que en sus 115 años de historia de los galardones de la Academia Sueca la relación sea así de contundente: 833 hombres premiados frente a 49 mujeres.

Veamos cómo están las cosas por casa. El Premio Nacional de Narrativa existe desde 1977, ha habido hasta ahora 38 ediciones y sólo dos escritoras has tenido el privilegio de recibirlo, Carmen Martín Gaite y Carmen Riera.

Si las pintoras debían firmar sus obras con los nombres de sus maridos, muchas escritoras se vieron obligadas a esconderse en pseudónimos para poder publicar.

La iniciativa de dedicar un Día de las Escritoras es, pues, bienvenida por necesaria. No basta, sin duda, pero es un buen comienzo para empezar a pagar las deudas con todas aquellas españolas, latinoamericanas, europeas, africanas, escritoras del mundo entero que duermen en el olvido.

Cuidado en caer en la tentación de crear las versiones femeninas de las cosas. Esa tendencia al “premio femenino”, como si creando una esquina rosa se resolviera el asunto. No se trata de compensar la desigualdad creando un ghetto para calmar las “demandas feministas”.  Se trata de entender que si no se reconoce el talento femenino en todas las facetas de la cultura de un país, ésta se empobrece. El objetivo no es el de ganarle a nadie, sino de que ganemos todos.

No es posible que hablemos de igualdad si no somos capaces de reconocer la tremenda injusticia cometida con tantas mujeres talentosas en todos los ámbitos de la vida artística. Es una tarea ardua pero imprescindible para acabar con esta deuda pendiente. Por ello, sí, es necesario este Día de las Escritoras, porque es una manera de hacer renacer a las que ya no están y de impulsar a las que escriben hoy y lo harán mañana. Sólo así podremos ir saldando las cuentas pendientes.

No sería justo cerrar esta columna sin reconocer que esta semana el Planeta ha ido a parar a manos de una novelista, Dolores Redondo, y en un género -la novela negra- mayoritariamente masculino pero en el que en los últimos años las mujeres se hacen hueco a velocidad de vértigo.